El embrollo argentino

Rodolfo Mattarollo
En la segunda mitad del siglo II antes de Cristo un caudillo lusitano resiste mediante la guerra de guerrillas los avances de Roma. Se llama Viriato. Invencible en el plano militar se recurre a la traición y el guerrero cae asesinado por sus tres lugartenientes. Cuando éstos se presentaron a cobrar el precio de su felonía, habrían recibido del cónsul encargado del sucio asunto como toda respuesta el equivalente de la frase que atravesó los siglos: Roma no paga traidores.
La traición puede ser inmensa la de Judas es incomparable, pero generalmente la consuman seres pequeños. "En el análisis psicológico de las grandes traiciones encontraréis siempre la mentecatez de Judas Iscariote", decía el poeta español Antonio Machado.Y acaso arriba aún se muestra el cuerpo
De la sombra que aquí detrás inverna".César cuando descubre a su hijo adoptivo Bruto entre los conjurados deja caer los brazos y según la tradición pronuncia entonces otra frase legendaria, "¡Tú también, hijo mío!".
Borges cuenta que en el sur de la provincia de Buenos Aires, en el siglo XIX, un gaucho es agredido por otros gauchos y al caer reconoce a un ahijado suyo. Todo lo que dice "con mansa reconvención y lenta sorpresa" y aquí Borges nos previene que estas palabras hay que oírlas, no leerlas es "Pero che!"... Ese reproche, que vale más que mil insultos, pudo dirigirse la madrugada del jueves en el Senado a quien desempató la votación..
¿Qué nos dirán ahora a los que desde hace cuatro meses hablamos de golpe y alertamos sobre el peligro que corre nuestra democracia?
Porque ahora está más claro que nunca: este conflicto no es por las retenciones, ni por una ley, ni por "el campo", sino por el modelo económico y el poder político.
Hace más de cien días, los que hablábamos de golpe éramos considerados poco menos que locos. Muy bien, no hablemos más de golpe. Pero miren alrededor. Aquí lo que se juega es la democracia. Si gana el No en el Senado y retornan los monstruos del pasado hoy nucleados con inesperada astucia por la Sociedad Rural, una Federación Agraria que traicionó su historia gracias al señor Buzzi y un movimiento protofascista de pseudo autoconvocados liderado por el actual favorito de los medios del sistema conservador, el señor De Angeli, pobrecito nuestro país.
Si ganan en el Senado van a pedir la renuncia de CFK. Quizá no al día siguiente, pero seguirán esmerilando al Gobierno hasta que, acaso, caiga.
Y si pierden y sale la ley como está, van a patotear a la Corte Suprema como hicieron con gobernadores, intendentes, diputados y senadores. Y no nos extrañemos si en algún momento son capaces de llamar a una huelga general para "carmonizar" a la República, llevándonos a una venezolanización, pero no porque los K sean como Hugo Chávez sino porque alrededor de la SRA se nuclea lo que ya puede ser considerado el Carmonismo Argentino. Sólo faltará ver entonces quién será el Pedro Carmona vernáculo.
Con ellos, detrás de ellos, desgraciadamente, hay mucha gente honesta y trabajadora, de buenas intenciones, pero fanatizada contra los K, soliviantados todos por los medios que difunden los apocalípticos discursos de Carrió, los Rodríguez Saá, Duhalde, De la Sota, Cecilia Pando, Schiaretti, el coronel Reimundes, Reutemann, la peor izquierda insurreccional y oportunista, el Partido Socialista nuevamente dividido y para completar el cuadro los restos de un radicalismo que desdichadamente perdió la brújula política. Porque hoy los radicales deberían estar críticamente del lado de las instituciones, como lo estuvo hace dos décadas Cafiero al lado de Alfonsín cuando los ataques carapintadas. Y no del lado de la destitución neogolpista, como en los peores capítulos de la historia de la UCR.
Es claro que no es políticamente correcto hablar de golpe, pero esto se le parece demasiado. Ni militar, ni de mercado, como tantas otras veces, éste sería un golpe de Estado de nuevo cuño, de accionar inédito, mediáticamente estimulado y con la misma ideología reaccionaria y neoliberal que ya padecimos.
Por eso, todas las concesiones que hizo CFK en estos meses ya no interesan. Lo que quieren es otro gobierno, uno que retroceda 15 años y restituya el modelo neoliberal del menemismo. E incluso muchos aunque no lo confiesen preferirían el autoritarismo de 30 años atrás.
Nada de eso quieren las grandes mayorías argentinas, y en particular el pobrerío nacional, que es el convidado de piedra de esta crisis miserable.
Se equivoca Lilita Carrió cuando dice que en contra de la ley que votará el Senado está "el 70 por ciento de nuestra sociedad". Ese disparate deviene de que no conoce el interior del país y ahora se rodea sólo de la paquetería porteña. Pero más yerra cuando dice que "estamos en manos de un gobierno profundamente autoritario", porque si hay algo de lo que no se puede acusar a los K es de autoritarismo. ¿Cuál? No ha habido represión en cinco años, ni un solo muerto en piquetes y manifestaciones políticas. Hay, y está a la vista, una libertad de prensa como jamás hubo en la Argentina. Se pusieron en marcha juicios ejemplares que antes se negaban. Se garantizó la expresión de todas y cada una de las protestas callejeras, en todo el país. Y CFK casi no firmó decretos de necesidad y urgencia. ¿De qué autoritarismo habla Lilita? No puedo creer que se haya olvidado del de Menem, o el de su ex correligionario De la Rúa.
No integro la llamada Carta Abierta, pero comparto muchas de sus posiciones. Yo también defiendo en este momento al gobierno K, a pesar de sus innumerables torpezas, de sus incongruencias, de su vocación de suicidio comunicacional, de sus permanentes metidas de pata, de sus necedades y falta de transparencia, y a pesar incluso de figuras irritantes como los señores Moreno, Jaime, D'Elía o De Vido, entre otros.
El fondo de la cuestión es que los patrones rurales y la oposición resucitada no vienen a derogar la 125; vienen por el gobierno que los votos no les dieron en diciembre pasado. Y que no les dan jamás, de hecho, y ésa es la razón única y profunda por la cual siempre acaban promoviendo golpes de Estado. Pero como el mote de golpistas no les gusta, la bestia negra del agrarismo dice que el golpe "es una invención de los K porque no saben cómo gobernar". Sería gracioso si no fuese un argumento tan cretino y mentiroso.
Es hora de dejar de lado frivolidades como la indumentaria o el estilo de CFK, el gobierno dual o la injerencia del "ex presidente en funciones", como machaca diariamente desde hace meses el dirigente periodístico Nelson Castro. Todo eso es distractivo, provocador y necio. Lo que hay que discutir es cómo mejorar el presente de un gobierno también necio y encima atontado, y cómo evitar que la República Argentina padezca otro gobierno neoliberal si cae Cristina digo, es un decir, si cae que nos retrotraiga a las políticas neoliberales de los '90, como bien escribió Eduardo Aliverti.
Eso es lo que ocultan los rentistas del agro, y eso es lo que perjudicará y condenará a la inmensa mayoría de los bienintencionados que esta tarde probablemente estén en el acto de Palermo. Ciegos, no ven que mientras la democracia sigue en riesgo, si se cambia este gobierno a muchos de ellos les va a salir el tiro por la culata por apoyar a sus verdugos. Como pasó tantas veces; la última, en marzo de 1976.
Alguien que "hace de él", un "asunto artificial", un documento falsificado, una cita al pie de página ("Me voy a operar para ser hombre completamente"), seguida por un nombre de mujer a secas y "el novio", entre comillas. Todo el relato periodístico gira en torno de la economía interminable del engaño, de la falsedad y del artificio, esa misma a la que habría puesto fin el examen del forense. "Por favor, trátenme de señor porque así me siento yo", dijo el novio; pero cada línea de ese relato pareciera esforzarse por desconocer esa verdad, esa que, más allá de la evidencia del cuerpo, la falsedad del documento o la artificialidad del asunto, sostiene cabalmente lo que dijo: "Porque así me siento yo". Esa verdad que aun en medio de toda esa indignidad lo sostiene.
Si nuestros Estados reconocieran la identidad de género de aquellos y aquellas que nos identificamos de un modo distinto al que nos asignaron al nacer, éstas y otras violencias semejantes no tendrían lugar (esta historia es un claro ejemplo). Sin embargo, tal y como ocurre con todas las historias, siempre es posible extraer de ella otras enseñanzas o, al menos, otras advertencias.
La retórica de la identidad de género, aquella que la consagra tanto como un rasgo presente en cada persona como un derecho de rango universal, supone que hay en nuestro interior, en el de todos y cada cual, un núcleo de verdad que debe ser reconocido por la ley a fin de asegurarnos una vida y una muerte dignas. Creo que vale la pena preguntarse por qué ante un sistema que envía fiscales y forenses a una iglesia a constatar una cierta verdad es preciso oponerle otra verdad, tan certera y tan periciable como la anterior. ¿No sería mejor enfrentarlo con el desquiciamiento de toda pretensión de verdad, con la indistinción brutal entre todos los "asuntos", la impostura irreductible de todas las identidades y la falsedad original de todos los documentos?
Cosas que pasan...
Después de haber movilizado con su increíble historia a los jefes de Estado de América latina, Europa y Estados Unidos, después de que sus familiares y amigos recorrieran el mundo con su súplica, después de que diplomáticos, especialistas y aventureros se internaran en la selva para sumar fracasos, después de que el mundo entero se conmoviera con su tristeza lánguida y enferma en el video de prueba de vida, después de los relatos de largas marchas en cadenas de sus compañeros de cautiverio liberados en el canje humanitario, después del bombardeo que destruyó la negociación entre Raúl Reyes y el gobierno francés, después de las mentiras para encubrir la actitud intransigente de Uribe, Ingrid Betancourt enfrentó las cámaras en fajina militar. Una chispa de luz encendía sus ojos negros abiertos de par en par. Sonreía. Estaba viva. Estaba libre. Habló con voz muy calma y pausada, consciente de que el mundo entero la escuchaba. Agradeció al ejército por su operativo impecable. Agradeció a Uribe. Dijo que había sobrevivido de milagro. Pero antes agradeció a todos las personas alrededor del mundo que contribuyeron con su esfuerzo y con su sacrificio a mantenerla viva hasta ser rescatada. Contó que cada día las noticias que recibía a través de la radio alimentaban sus esperanzas, aun en los momentos más duros. Y después habló de paz, de su compromiso con la paz y la libertad de los rehenes que quedaron atrás. Por eso festeja el mundo y festejan los que defienden la vida, la libertad, la paz, el diálogo. Aunque festejen también los amantes de la mano dura, del mundo bipolar, del liberalismo salvaje. Porque se cierra un capítulo con final feliz.
"Tiene un impacto tremendo para Colombia y América latina. Es un hecho mayor en la vida política de la región. Tiene mucha fuerza, lo ves en la reacción de la gente. Acá hay mucha gente curtida en la política y se emocionó. Tiene la fuerza de una historia de vida. Como alguna vez dijo un gran escritor argentino, la guerra no es una guerra hasta que no se ve a través de los ojos de un soldado." Al teléfono desde Washington, Dante Caputo, secretario político de la OEA, uno de los emisarios frustrados que negociaron en la selva, apenas podía contener su emoción. No quería hacer especulaciones políticas. Hoy no.
"Es un golpe muy grande a las Farc, que las va a obligar a buscar definitivamente la paz. Con Ingrid desde afuera y con esa fuerza que ella tiene, se abre un panorama muy interesante para encaminar el proceso de paz en Colombia." Al teléfono desde Bogotá, María Teresa Ronderos, presidente de la Fundación para la Libertad de Prensa y directora de La Semana.com, derrocha optimismo, quizá como nunca antes.
Ahora empieza otra historia. La crisis colombiana no se resolvió, pero ya no será un tema mundial, sino que volverá a ser un tema de Colombia y los colombianos. Cuando las luces se apaguen y las cámaras se marchen al próximo destino caliente, quedarán las Farc, más débiles, más atomizadas, sin razón de ser política, atadas a la proveeduría de materia prima para los narcotraficantes, dueñas de la vida de cientos de rehenes colombianos sin valor canjeable que Betancourt ayer prometió no olvidar. Y habrá soldados dispuestos a insistir hasta el aniquilamiento.
Pero también estarán los ex rehenes liberados por la vía de la paz y el diálogo con la ayuda de Hugo Chávez, Piedad Córdoba y los demás. Y estará Ingrid Betancourt, con su luz y su voz y su ejemplo de vida.