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La palabra es usada vulgarmente para exteriorizar lo falso. El diccionario lo define con precisión: “Falso, fraudulento. Poco convincente, preparado para salir del paso.” A su vez falso es “engañoso, simulado, falto de verdad.” En una década de pensamientos
truchos como la de los noventa, de conceptos falsos, capaz de proponer la esclavitud como expresión de la libertad, de entregar la espalda como paradigma de ir al frente, de convertir al mercado en Dios, al ciudadano en consumidor, transformar al Estado en un instrumento para levantarle el brazo a los poderosos, considerar a la pobreza como un castigo merecido, a la exclusión como un elemento distintivo, al
ghetto como signo de pertenencia, al
shopping como una forma excelsa de cultura, el consumo como sentido último de la vida, a la ostentación como emblema del éxito, el fin de las ideologías como ideología única envuelta bajo la denominación
neoliberalismo, el empate monetario como un sacramento, todo o casi todo estuvo surcado por la palabra
trucho. La privatización del gas en 1992, se efectúo sentando en las bancas a un diputado
trucho, cuyo nombre
olvidable en la historia infame es Juan
Kenan. Los diputados abrazándose para celebrar la entrega de
YPF es una postal muda pero emblemática de la segunda década infame.
Menem diciendo que si hubiera dicho lo que iba a hacer no hubiera ganado es una radiografía de la época. Palabras truchas, actos
truchos, discursos
truchos, conceptos
truchos, mentiras verdaderas. Hoy se abomina de esa época en su forma
menemista, pero se está pronto para alabarla, mayoritariamente en la capital, bajo otros envases. Las viejas ideas truchas en envases publicitarios nuevos. En el 2004, fruto de un drama personal, el por entonces ingeniero Juan Carlos
Blumberg apareció encabezando una cruzada contra la inseguridad. Movilizó multitudes con velas. Se rodeó de muchos de los responsables que apoyaron políticas económicas, que produjeron las condiciones para un incremento de la inseguridad. En su
reduccionismo lineal encontró en el endurecimiento de las sanciones del código penal la panacea para reducir los delitos. Discriminó entre las víctimas, justificó procedimientos policiales como el que acabó con la muerte de
Sebastián Bordón, mintió reiteradamente con
incomprobables denuncias, denostó a los organismos de derechos humanos, defendió a los expulsados de la bonaerense, se convirtió en figura
mediática respaldado en una parte de sus recorrido por Radio 10, Ámbito Financiero, La Nación, Canal 9 y fue un virtual
columnista de Mariano
Grondona. Siempre con las carpetas bajo el brazo y la foto de su hijo muerto. Una coyuntura particular, una recolección de firmas tramposas, le dio el apoyo de cinco millones de
firmantes, convencidos en muchos casos y conmocionados e incautos en muchos otros. El sufrido padre, con la imagen del
abuelito de
Heidi, se convertía lejos de las cámaras y micrófonos en un sujeto prepotente, autoritario, caprichoso y amenazante. Intimidó jueces, arrodilló a legisladores, muchos de los cuales votaron en contra de sus convicciones, los que los convirtió en tan
truchos como el título de ingeniero del que le tomaba examen. Fiscal moral, miles y miles de personas encontraron en este gerente y/o técnico textil un referente.
Blumberg enarbolaba la dureza contra los ladrones de gallinas, los delincuentes marginales, y proponía en última instancia,
judicializar la pobreza, mientras omitía proponer cualquier endurecimiento de las sanciones para los ladrones de guantes blancos, de los evasores impositivos o de los vaciadores de empresas, que se llevaron puesto el país. Referente disputado por las diferentes expresiones políticas del
establishment, el
ex ingeniero Juan Carlos
Blumberg hizo mucho más que “ meter la pata” Mintió a conciencia y aún descubierto siguió mintiendo. Inventó un título en Alemania en una ciudad sin Universidad y fue capaz de contar una historia enternecedora sobre como cursó su carrera universitaria mientras trabajaba. Juan Carlos
Blumberg es mucho más que un mentiroso. Es un
trucho. Tan falso como las propuestas de los sectores que lo sostienen.
.EL INGENIERO AUTÉNTICO .
De un ingeniero con título
trucho a un ingeniero con título pero con discurso
trucho.
Mauricio Macri perdió en la campaña su apellido cargado de connotaciones no precisamente elogiables. Todas las falacias, los prejuicios, las convicciones del
establishment en un envase joven. José María
Aznar en versión porteña. Promocionado como una mayonesa, en
afiches casi sin textos. Ceñido a un discurso reducido a
slogans publicitarios por el autor del libreto: el publicista Jaime
Durán Barba. Perteneciente a una familia que usó y abusó del Estado, primero como contratista y luego como uno de los beneficiarios del desguace del Estado, parte del cual engrosó su patrimonio, su inevitable acceso a la jefatura de gobierno, implica dejar a la ciudad con mayor desarrollo cultural de América Latina y entre las principales del mundo en manos de sus “dueños”. Más de ochocientos mil ciudadanos de Buenos Aires ( en el lenguaje Pro vecinos), que votaron por
Macri el 3 de junio, decidieron dejar sus vidas en manos de los sucesores de
Menem, pero esta vez sin intermediarios. Los
Menem son preservativos. Se usan y se tiran. Los que los usan y los tiran son los
Macri y equivalentes mayores y menores. Quienes suponen que un rico no roba no conoce o intenta olvidar la historia del país. Quién considera que la claridad será una variante innovadora del PRO, debería saber el pasivo que arrastra Boca, las denuncias de jugadores que pasaron por el club como
Bermúdez y Delgado, entre otros, a los que se les expropió el 15% sobre el monto de las transferencias que les correspondían. Ventas de jugadores que difieren significativamente entre lo que pagó el comprador y lo que recibió Boca. Desaparición misteriosa de jugadores de divisiones inferiores que aparecen jugando en Europa. Un Fondo de compras de jugadores donde se beneficiaron amigos del Presidente. Modificación de Estatutos que obliga para acceder a cargos directivos poseer un importante patrimonio traducido en la necesidad de presentar avales bancarios. El presidente que coloca las garantías de 12 de los 18 integrantes de la Comisión Directiva, convirtiéndolos en levantadores de manos. Disminución de populares para transformarlas en plateas. Un club popular convertido en negocio para sus directivos y excluyente para sus millones de hinchas. Hasta el Museo de la Pasión
Boquense está en manos de terceros. En realidad Boca es un mero pretexto para
tercerizar y conceder franquicias. Los éxitos deportivos tapan los horrores de la gestión. Esa de la que hace ostentación, y proyecta trasladarla a la Ciudad de Buenos Aires a través de imágenes publicitarias del PRO.
Macri, el
ñoqui del Congreso, ausente en la votación de todas las leyes fundamentales. El que hubiera despedido a alguien que hubiera tenido ausencias similares trabajando en
SOCMA.
Macri, absuelto por la corte
menemista en un sonado caso de contrabando.
Macri, el de las cloacas de Morón, cuya nauseabunda licitación terminó inhabilitando a perpetuidad para el ejercicio de cargos públicos a Juan Carlos
Rousselot, intendente de ese partido. El
coimeador en cambio, puede acceder a la Intendencia de la Capital Federal. Los
Menem, los
Rousselot pasan. Los
Macri y equivalentes mayores y menores, quedan y ahora deciden prescindir de los intermediarios. El gobierno y el poder en manos de sus dueños. Por eso no habla de ciudadanos sino de vecinos. Es el administrador y dueño del edificio. Y nosotros los vecinos a quienes nos queda exclusivamente el pago de las expensas. Durante el
menemismo éramos simultáneamente los consumidores y las víctimas del mercado. Con el
macrismo, los vecinos. Los ciudadanos, los que se quedan realmente con los derechos políticos y la torta, son los que sonríen desde un
afiche y nos cargan: “ Va a estar bueno Buenos Aires”. Lo que el cartel no aclara, muy austero en el texto, es para quienes estará bueno. Pero
imagínelo, porque están detrás del
afiche. Preparando los negocios. Vendiéndole que la política es solo gestión. Peor aún: que la política es una porquería. Que solo todo se reduce a administrar. Y que
Macri vino en un plato volador y es “lo nuevo”. El exitoso que viene de afuera de la política. El que pondrá orden, privilegiará el sacrosanto derecho a transitar, que terminará con la inseguridad, esconderá a los cartoneros y limpiará en todo sentido la ciudad. El que se llena la boca con la necesidad de un Estado que se llevó a su casa, el que admiró a
Alsogaray y
Menem, el que elogia al brigadier
Osvaldo Cacciatore de la dictadura criminal por las autopistas, alguna de las cuales llegan a la 9 de julio, al tiempo que se llena la boca con el transporte público. Parece que
Durán Barba, en algunos casos aislados, no le compatibilizó los discursos entre lo que piensa y lo que dice. Al que quiere convertir a Buenos Aires en un enorme negocio inmobiliario privado, no deja de repetir su obsesión reciente y poco creíble sobre el Estado, la salud y la educación pública. El que tiene como libro de cabecera “ La virtud del egoísmo” de
Ayn Rand quién sostiene: “ Nadie debe subordinar su vida a la obtención del bienestar de los demás” Para humanizar y hacer creíble este discurso
trucho, está
Gabriela en su silla de ruedas, con mucho más talento político que su jefe. Pero a no engañarse.
Gabriela Michetti, más allá de sus valores reconocidos por varios de sus adversarios, es
Mauricio Macri con polleras. O para ser más claro todavía: es el
fotoshop de
Mauricio cuando a su nombre se agrega el apellido
Macri. Es su actual Carlos
Bianchi, el as de espadas. Tal vez
Michetti se debería preguntar porque se fue el exitoso director técnico, cuando el “generoso” presidente consideró que su empleado se quedaba con el usufructo de los triunfos que el quería apropiarse en exclusividad. Es un espejo que tal vez adelante uno de sus probables futuros.
.El Tren Am740