La luz del ciego

-¡Vigila viejo, mira por donde vas!
Tras gritar, el hombre se calmó y miró al anciano a la luz de la lámpara que éste sostenía. De pronto, reconoció a un amigo. Se dio cuenta que era Guno, el ciego del pueblo. Le dijo:
-¿Qué haces Guno, tú ciego, con una lámpara en la mano? Si tú no ves…
El anciano le respondió:
-Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. No llevo la lámpara para ver mi camino, sino para que no tropiecen conmigo y para que otros encuentren su camino cuando me vean a mi.