Las abuelas goleadoras
Hugo Presman
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Acumulan años pero no abandonan la lucha. Inteligentemente van dejando su herencia a los nietos que recuperaron y los jóvenes que se acercan a colaborar. Son las abuelas que tienen de apellido la plaza donde nació la patria. Ahí donde los argentinos forjamos la historia. Aquella que Ramírez y sus gauchos usaron de palenque y donde los obreros refrescaron sus patas en la fuente en un octubre inolvidable. Donde junto a las Madres dieron vueltas alrededor de la pirámide en los tiempos del oprobio y del horror. La mayoría amas de casa que entraron por una tragedia a construir una historia admirable. Las que se dedicaron con fervor y tenacidad a encontrar al botín de guerra humano del terrorismo de estado. Investigando como discípulos de Sherlock Holmes. Convirtiéndose en empleadas del hogar, en vendedoras ambulantes o en fotógrafos para buscar a sus nietos. Buscando la luz de un fósforo en las tinieblas de la impunidad. Y hasta el día lunes 22 de diciembre habían concretado 95 milagros. En un universo de secuestros y apropiaciones de alrededor de cuatrocientos. Nueve de esas historias en donde la realidad humilla a la ficción se encuentran en el notable libro de Analía Argento “ De vuelta a casa”. Pero esta es una historia que cada año agrega un nuevo capítulo en el rescate de la verdad. Este año se han conseguido ocho victorias sobre el encubrimiento. Con el auxilio del notable desarrollo de la biología. El ADN fue un arma con la que no contaban los asesinos que pensaron que sus delitos quedarían definitivamente impunes en aquellos años donde la vida se había abaratado, los libros eran quemados, la industria era reemplazada por campos de concentración, y el modelo de sustitución de importaciones reemplazado por el de rentabilidad financiera.
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Esos tiempos descriptos en la poesía de Mario Benedetti: “Si cada hora vino con su muerte/ si el tiempo es una cueva de ladrones /los aires ya no eran Buenos Aires/la vida nada mas que un blanco móvil”
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UNA HISTORIA CINEMATOGRÁFICA
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Ubiquemos el relato en 1978. El año del mundial. Dos militantes montoneros son capturados en Mar del Plata. Cuando el tercer año de la dictadura establishment- militar recién comenzaba. Fue el 2 de enero. En Mar del Plata. A la que los slogans publicitarios denominaban “ La Ciudad Feliz”. En un emblema comercial de esa ciudad. En tienda “Los Gallegos”. La de “Viaje a Mar del Plata sin valijas. Tienda Los Gallegos tiene de todo”. Ahí fue secuestrado Edgar Tulio Valenzuela( Tucho) con Sebastián, el hijo de su pareja Raquel Carolina Negro( María). A su vez Raquel fue apresada en Luro y Catamarca, a dos cuadras de donde fueron raptados su pareja y su hijo. Ambos venían de haber estado previamente casados. Tulio con Alcira Fidalgo de quién se separó en 1973 y Raquel de Marcelino Álvarez que fue secuestrado el 4 de noviembre de 1976 y continúa desaparecido. En ese trágico 1976 había nacido Sebastián, el 28 de mayo.
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El operativo había sido realizado por un grupo de tareas del II Cuerpo de Ejército. Los tres fueron llevados al Campo de Concentración “ La Quinta de Funes” a 20 kilómetros de Rosario, por donde también pasó el ex Canciller Rafael Bielsa. Habían sido marcados por dos prisioneros secuestrados en ese lugar, que se habían pasado de bando: Carlos Laluf lugarteniente de Tucho que era a su vez el jefe de la Columna Rosario de Montoneros y Juan Dubcek que señaló a Raquel.
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Miguel Bonasso relata en su libro “ Recuerdo de la muerte” la llegada al Campo a través del protagonista principal del libro el Pelado Jaime Dri: “ Un sol de plomo caía sobre el césped de la quinta cuando el camión metió la trompa por la entrada principal. Eran las dos de la tarde. Los vecinos de Funes se cobijaban a la sombra de los quinchos. Ruidos de platos, de voces llamando a comer, quebraban de tanto en tanto, el silencio del barrio paralizado por el sol. Los chupados estaban atentos. Una a uno se fueron acercando al camión, que se acababa de parar a veinte metros de la casa…..Primero bajó María, esposada y vendada. Fue siguiendo el paso de la figura orgullosamente erguida y se sorprendió al notar que no la llevaban hacia los calabozos, ni hacia el albergue precario de los prisioneros, sino que la metían en el chalet de la guardia. A pocos pasos de ella venía un guardián y Sebastián, que miraba a todos con sus ojos enormes. Un segundo después, Tucho descendía a ciegas de la caja del camión….A Tucho si lo condujeron hacia los vestuarios. El Pelado sintió una puntada en el pecho. Por un instante se vio a si mismo, poco días atrás, observado por los mismos ojos, con la camisa que todos le conocían de Rosario”
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Para entender la trama de la Quinta de Funes es preciso señalar que era un experimento realizado por el Ejército con algunos puntos de contacto con el ministaff de la Esma incorporado al proyecto político de Massera. Cuenta el periodista Ricardo Ragendorfer: “En realidad se trataba de una verdadera fábrica de agentes dobles. La idea era que los militantes confinados allí colaboraran con la represión. Y no como mero marcadores de citas. Por el contrario se les exigía ser verdaderos cuadros de lo que los uniformados entendían por guerra contrarrevolucionaria. Al punto de que eran entrenados para volver a circular entre las hendijas de la organización a la que habían pertenecido con el objeto de guiar a los militares hacia su cúpula. Y hasta esgrimían una justificación ideológica al respecto. – Estos son militares nacionalistas. Detestan el capital financiero tanto como nosotros. Pero el error que cometimos fue haber querido reemplazar al Ejército por una milicia popular. Esto solía decir Pedro Retamar ( El Tío), militante montonero, a cada nuevo huésped. ….Los otros cautivos-15 en total- también se habían anotado en este siniestro libro de pases, menos Jaime Dri, cuya estrategia para sobrevivir estaba cifrada en la simulación. La convivencia entre cautivos y represores era surrealista……..se compartían muchas cosas con los detenidos, cuenta Eduardo Constanzo, un represor arrepentido, comíamos con ellos, jugábamos a la pelota, tomábamos vino, nos bañábamos en la pileta. Imagínese que hasta les compramos shorts a los muchachos y bikinis a las chicas. Y en la Navidad de 1977, fue Galtieri con 12 sidras fresquitas y brindó con los muchachos del chalet”
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LA TRAMA INCREÍBLE
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Tulio había nacido el 21 de mayo de 1945 en San Juan. Raquel cuatro años después en Santa Fe. Se conocieron en Rosario y ya en pareja vivieron un tiempo en Brasil. El trabajó en Altos Hornos Zapla y ella era docente. Ambos eran Montoneros.
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Cuando llegan a la Quinta de Funes, Raquel está embarazada de siete meses. La preocupación de ambos era garantizar la vida de Sebastián sacándolo de ese lugar. Por eso cuando el comandante del II Cuerpo, Leopoldo Fortunato Galtieri, bajo cuya autoridad se encontraba la Quinta de Funes, le propone formar parte de un comando integrado por secuestrados e integrantes de los grupos de tareas, para raptar y/o matar a la conducción de Montoneros radicada en Méjico. Solicita entonces, para decidirlo, conversar con su mujer. Luego de analizar la situación con Raquel, deciden aceptar, con la condición que Sebastián sea entregado a sus familiares. Resonaban en los oídos de Tucho las palabras de la propuesta realizada por el Capitán Jorge Fariña ( Sebastián): - Vea Mayor Valenzuela. La situación es la siguiente: los Montoneros están derrotados militarmente. Y hay solo una manera de acortar la guerra sucia para así no sacrificar más vidas, eliminar a Mario Firmenich y Fernando Vaca Narvaja, los máximos jefes de la Organización.
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Una vez constatado el cumplimiento de la condición, la entrega de Sebastián a los abuelos, Tucho y Raquel combinan simular la colaboración en la operación pero con el acuerdo que al llegar a Méjico, Tucho denunciaría la maniobra. A ninguno de los dos se le escapaba, que esa decisión implicaba la sentencia de muerte para Raquel y tal vez para la criatura que llevaba en su panza. Es difícil imaginar una decisión tan dramática. Los sentimientos que habrán pasado por la cabeza y el corazón de los protagonistas. Bonasso intenta reconstruir las dudas de Valenzuela: “No- se tranquilizó- todo va a salir bien, como estaba previsto. Pero¿ Que significaba bien? Bien para la organización, para el pueblo, para la revolución. Para él, para María, para Sebastián, ya nada podía salir bien. Lloraba cuando recordaba que a María la iban a matar. Tal vez con Sebastián no se atrevan y se lo dejen a los abuelos, pero a María la van a matar. La matarán antes o después de tener la nueva criatura. Su primer hijo. Si sobrevivía iría a parar a un destino ignoto. A lo sumo a un orfanato, a la casa de unos milicos estériles, que quisieran adoptarlo. Lo iban a educar con las ideas de ellos, borrando los verdaderos padres del mapa, para siempre. Pero es mi hijo, sollozó contra la almohada. Es mi único hijo y no lo voy a conocer. Supo que tampoco iba a volver a verse con María y que su propio destino era la muerte. Si no le creían, lo matarían los propios compañeros. Si le crían, el mismo iba a pedir una misión que cerrase la parábola….” A lo lejos Tucho tal vez escuchó la voz de Mario Benedetti que interpretaba lo que sentía por María: “Si te quiero es porque sos / mi amor, mi cómplice y todo./ Y en la calle, codo a codo, somos mucho más que dos,/ somos mucho más que dos./Tus manos son mi caricia,/mis acordes cotidianos./Te quiero porque tus manos/trabajan por la justicia./Si te quiero es porque sos/ mi amor, mi cómplice y todo./Y en la calle, codo a codo,/somos mucho más que dos,/somos mucho más que dos”
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“Apoyados en los árboles, o simplemente parados sobre el verdor resplandeciente, los ojos entrecerrados por los rayos del sol que se filtraban entre las ramas, los habitantes de Funes se habían congregado para despedir a los viajeros. Tucho cargó su valija en el baúl, y volvió hacia los espectadores su rostro azorado. Uno a uno se fue despidiendo de todos. En algunos casos con una palmada, en otros con un simple apretón de manos. El Pelado fue el penúltimo, porque el abrazo final estaba destinado a María. Se le aproximó mirándolo de hito en hito, los ojos enrojecidos, la boca apretada, la nuez subiendo y bajando por el cuello tenso. Se estrecharon en un abrazo. El Pelado lo sintió vibrar de un modo atroz y tuvo la insólita aprensión que se le iba a desvanecer entre los brazos. Con el mentón apoyado en la tela del traje marrón, hipnotizado por las rayas del casimir, sobrevino el presentimiento. Y entonces tuvo ese impromptu, tan característico de su forma de ser. Fue el mensaje del sentimiento forrado por la ambigüedad de la cautela, cuando dijo esa frase que los testigos podían interpretar de dos maneras opuestas: - No aflojes, Tucho”
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MÉJICO: ESCENARIO DE DELIRIOS CRUZADOS
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El grupo formado por tres miembros de la inteligencia militar( Fariña, Cabrera Amelong) y dos prisioneros ( Tulio Valenzuela y Carlos Laluf) toman en Ezeiza, el 14 de enero, el vuelo de Varig que lo llevará a Rio de Janeiro. El lunes 16 de enero emprenden el viaje a Méjico.
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Ya ahí Tulio toma contacto con la conducción Montonera y revela el objetivo del grupo, ante cierta incredulidad de los dirigentes. Llaman a una conferencia de prensa en donde Valenzuela dice entre otras cosas: “Un grupo de la Marina de Guerra había estado días atrás en Méjico con el objetivo de golpear sobre un alto cuadro partidario. Como finalmente no pudieron encontrarlo en la cita, se tuvieron que volver. Hay que tener en cuenta en que condiciones vengo yo. Además de que supuestamente me convencieron políticamente que yo debía colaborar. La condición principal es que mi compañera que está embarazada de seis meses que se llama Raquel Negro, y mi hijo, que tiene un año y medio, Sebastián, están en manos del enemigo. Ellos son los rehenes. Yo fui amenazado que serían inmediatamente ejecutados, si la misión de infiltración que yo iba a cumplir acá fracasaba o se producía un hecho como este. Cualquiera se puede dar cuenta de que esta es una situación muy difícil para cualquier hombre, aún para un cuadro revolucionario … Yo discutí esta situación con mi compañera. Mi compañera manifestó que ella está dispuesta a quedar en el país como rehén, para morir, para salvar algo que era mucho más trascendente que nuestras propias vidas, para llegar acá y poder informarle a nuestro partido y al mundo de los planes de la dictadura y hacer un esfuerzo para desbaratarlos” Mientras Tulio Valenzuela efectuaba estas dramáticas declaraciones, en un lugar de su cerebro, le parecía escuchar a Mario Benedetti decir: “Tus ojos son mi conjuro/contra la mala jornada./Te quiero por tu mirada/que mira y siembra futuro./Tu boca, que es tuya y mía,/tu boca no se equivoca./Te quiero porque tu boca/sabe gritar rebeldía.”
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Los cuatro integrantes del comando fueron expulsados en medio de un escándalo diplomático. Lo mismo sucedió luego con Tulio Valenzuela. Luego de pasar por varios países volvió a Méjico donde fue juzgado por la conducción montonera integrada por Mario Firmenich, Roberto Perdía y Raúl Yâguer, bajo los siguientes cargos, según cuenta Miguel Bonasso, presente en el juicio: “Traición El artículo 4 dice que incurre en delito de traición, cualquier persona que por cualquier medio colabore o sirva concientemente al enemigo en el planeamiento y desarrollo para infiltrarse en la reunión del área. Delación: El artículo 7 establece que constituye este delito la entrega conciente al enemigo de datos o elementos que pueden perjudicar a la organización o las estructuras que ella conduce. Instigación: Si bien no está previsto en el Código, el Tribunal Revolucionario considera que este delito debe ser incluido y el mismo consiste en la presión del compañero Tucho sobre la compañera María, para que cometa el delito de entregar la casa partidaria que compartían en Rosario”
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La sentencia del Tribunal con fecha 7 de marzo de 1978, en su parte pertinente dice: “ Aplicar al compañero MAYOR TULIO VALENZUELA( TUCHO) , la pena de degradación(artículo 23) El compañero Tucho mantiene su pertenencia al Partido con todos sus derechos y obligaciones con el grado de subteniente, sin ninguna otra pena accesoria, cesando a partir de la comunicación de la presente sentencia, las medidas de libertad vigilada a la que estaba sujeto”
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En una escena patética Valenzuela se abrazó a Firmenich y le dijo: “- Yo se, yo se, ….Para Uds. es más jodido que para mi, porque si están acá, …..si pueden hasta juzgarme, no por mal, yo se, por todos, por el bien del Partido, si se puede, es porque yo les salvé la vida”
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Antes de ser juzgado, Tulio Valenzuela le dirigió una extensa carta al General Galtieri que entre otras cosas decía: “ Yo no puedo impedir que mi compañera Raquel Negro y mi hijo Sebastián sean fusilados, si es que no lo fueron ya. Si Ud o cualquier otro jefe militar de esa orden, yo les pido que antes de su ejecución, usted tenga el coraje de leerles esta carta y de transmitirle que los Montoneros estamos orgullosos de su heroísmo, que ha sido el ejemplo más alto de conducta en lo que va de esta guerra que el pueblo la recordará para siempre….Le pido que logre impedir el derramamiento de sangre cuando nuestra victoria sea inevitable”
Edgar Tulio Valenzuela volvió al país en la demencial contraofensiva montonera, fue apresado y hoy integra la lista de desaparecidos.
Carlos Laluf y Pedro Retamar, a pesar de su colaboración, fueron asesinados por sus captores, posiblemente antes del Mundial, en el año 1978.
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Edgar Tulio Valenzuela volvió al país en la demencial contraofensiva montonera, fue apresado y hoy integra la lista de desaparecidos.
Carlos Laluf y Pedro Retamar, a pesar de su colaboración, fueron asesinados por sus captores, posiblemente antes del Mundial, en el año 1978.
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HISTORIA ABIERTA.
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Nada se supo sobre la suerte de Raquel Negro( María), hasta las declaraciones del represor Eduardo Tucu Constanzo. Una mujer cuya descripción coincide con la de Raquel Negro dio a luz mellizos en el Hospital Militar de Paraná, el 26 de marzo de 1978. Un nene y una nena. Conforme a la información que debe tomarse con pinzas, dejando un espacio para la continuación de la búsqueda, el nene tuvo problemas respiratorios y cardíacos y habría muerto. En declaraciones a Rosario 12 del 30-04-2006, Constanzo afirmó: "En el lapso de su internación le dieron una habitación con dos camas, muy apartado de los contactos que pudiera tener, que no se arrimara nadie. El Ejército le llevaba la comida a la habitación. El único encargado de esa misión, de controlarla, de cuidarla, de no dejar arrimar a nadie, era el mayor Paul Pavone. En una de las dos camas dormía un agente de inteligencia de acá de Rosario las 24 horas y después era relevado por otro agente de inteligencia de Rosario también, hasta que llegó el momento del parto. Tuvo mellizos… varón y mujer. El varón nació muerto y a la nenita la trajeron a Rosario, no sé quienes, le aclaro que yo nunca la vi. Pagano y Amelong la dejaron en la puerta de un convento acá en Rosario, no sé en cual, esto me lo contó Pagano a mi. Incluso riéndose me contó cómo fue. Que él y el Flaco, que es como le decían también a Amelong fueron en auto hasta ese convento con la nenita recién nacida, y Pagano la dejó en un hall de entrada del convento y tocó el timbre poniéndole un escarbadientes para que siga sonando y apenas empezó a sonar, desde un balcón salió una monja preguntándole quien era y ahí Pagano se fue corriendo al auto donde estaba Amelong y se fueron.” La nena, hoy una mujer de 30 años, es la nieta recuperada número 96. Habría sido adoptada de buena fe, después de ser dejada en la puerta de un convento. Antes de ser convocada por el juez, la joven se acercó dudando de su identidad a la filial Abuelas de Rosario.
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ABUELAS GOLEADORAS
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Las abuelas que llevan como apellido la histórica Plaza de Mayo han consumado una nueva proeza. Ahí en esa Plaza que en la prosa de María Seoane es el lugar donde: “ El enigma se vuelve revelación. Es la plaza de los sueños donde se amasa el laberinto de nuestra vida…..donde los obreros acariciaron con las patas en la fuente un sueño igualitario con las manos…..donde ( para siempre ha quedado) una cuna y un pañuelo blanco, una canción interrumpida, una foto antigua con un rostro joven que demanda justicia”
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Hoy han consumado el reencuentro de la hija de Tulio y Raquel con su hermano Sebastián.
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Las abuelas goleadoras. Las que le han hecho 96 goles en el arco de la impunidad con la camiseta de la vida. Las que tiene todo el derecho a cantar: “Usted preguntará porque cantamos./Cantamos porque llueve sobre el surco/y somos militantes de la vida/y porque no podemos ni queremos/dejar que la canción se haga ceniza/Cantamos porque el grito no es bastante/y no es bastante el llanto ni la bronca/cantamos porque creemos en la gente/y porque venceremos la derrota.”