El eje del mal está en otro sitio
Juan Carlos Monedero .
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Juan Carlos Monedero
Ah, si este Gobierno no se metiera con la ley de Medios. Si en lugar de querer dejar sin trabajo a Silvestre y Bonelli, y si en lugar de querer empobrecer a Magneto y a la señora de Noble, y a Vila y a Manzano; y si en lugar de hacer enojar al rabino Bergman y obligarlo a fabricar slogans pegadizos y tener que cambiarse continuamente los kipás caros para salir en el programa de Mariano Grondona, este Gobierno tendría una hinchada vip y no una hinchada camionera que ahora tiene. Y si en lugar de haber permitido esta Corte Suprema con jueces y juezas libertinos que en cualquier momento aprueban el casamiento de hermafroditas y dejan que la novia con bigotes se vista de blanco; y si no se metiera en revoluciones ajenas, de tipos con sombreros caribeños que para lo único que sirven es para retobar a los pueblos originarios que se mantuvieron mansitos tantos siglos. Y si no insistiera en cobrarle impuestos al Campo y en decirle a los tamberos cómo tienen que ordeñar las vacas. Si devolviera Aerolíneas Argentinas, y se retractara de haber estatizado las jubilaciones privadas. Para qué insiste este Gobierno en querer regular la economía que si se la dejara en libertad haría una Argentina grande y llena de inversores y de sojeros patrióticos. Este gobierno se la busca. ¿No le bastaba con los jubilados existentes, que triplicó la incorporación de nuevos jubilados?¿Qué necesidad tenía de dejar que siguiera creciendo la cantidad de asaltantes y de violadores? Como dice Macri, este Gobierno se la pasa pensando algo perverso las venticuatro horas del día. Después que no digan que no se la busca. Ah, si este gobierno se dejara de molestar a la Iglesia con el libre consumo casero de marihuana, con el aborto delivery y con la persecución a sacerdotes que cumplieron con su deber durante la dictadura.Y si no hubiera buscado nietos de desaparecidos que estaban lo más panchos, hoy cientos de nietos seguirían felices con sus padres adoptivos en lugar de ser pacientes de psicoanalistas. Qué bien que le iría a este Gobierno si no hiciera las cosas que hace. Y mejor aún le iría si se dejara de joder con esa idea del garantismo, para asesinos que deberían ser fusilados antes de costearles un juicio. Si no se hubiera encaprichado con las retenciones, hoy Cobos sería un vicepresidente tranquilo. Republicano.Y resolvería sus fantasías sanamente corriendo maratones.Y no habría tanta gula destituyente; y la oposición opositora recobraría la partícula “sí” en su lenguaje. Si este gobierno no hubiera querido controlar el dólar, hoy los argentinos volverían a estar felices y también felices estarían los devaluadores y los del Cema. Y los operadores que soplan el riesgo país porque a ellos el riesgo, los refresca. A lo mejor este gobierno se merece los enemigos que tiene. Porque paradójicamente son sus enemigos los que más lo mejoran.
Cuando te mueras no voy a llorar. Pero estoy seguro, las masas populares, los desprotegidos, los indefensos, saldrán a las calles, espontáneamente a verter sus lágrimas sobre las ruinas de tu patria. Te llamarán héroe de la república, estandarte de la democracia, paladín de la libertad.
Bien Del Potro! Te felicito, si es así, como dicen las noticias de los "dudosos" periódicos! Te felicito! Jugaste, y como jugaste, para la tribuna campera! Pero te recuerdo que es la Presidenta de la Nación, no de una asociación de jubilados o el pastor de una iglesia. Te recuerdo que la vida tiene sus vueltas, y en la mala, no te va a recibir ni el diablo. Es la Presidenta de TU país, y aunque no te guste, debiera ser un honor que te reciba.
Daniel Mundo recuerda los modos en que los medios informan (o desinforman) el pacto de lectura que construyen y pide devolverle a la comunicación social su dimensión política.Hubo intentos serios por investigar y denunciar la connivencia de los medios de comunicación en los golpes de Estado que puntúan la historia argentina, y en especial en el de la última dictadura. La relación es densa. No basta con culpar ideológicamente al medio o con denunciar sus silencios y sus medias palabras, resguardados por la política de la objetividad informativa, como si la abundante bibliografía que demuestra la construcción de la realidad que supone toda información no los atañera. Si uno se refiriera a la propiedad de los medios, a la internacionalización de sus capitales, a la incorporación de nueva tecnología, a la presión sobre los actores políticos, a la espectacularización de la política, se tendría un panorama por demás intrincado. Aquí se tratará de pensar algo más elemental, pero no por eso menos contundente. La información y ciertos estados de ánimo.
Los motivos por los cuales en Argentina todavía no se logró un consenso sobre lo ocurrido en la década del '70 son muchos y controvertidos. Uno, no menor, es el modo en que los medios se ocuparon de informar en el pasado reciente sobre lo que ocurría. En la transición democrática se llamó "El show del horror" al modo de presentar lo que había acontecido durante la dictadura. La sociedad argentina desayunaba diariamente con diarios y revistas que de pronto descubrían una realidad siniestra, oculta. Este "show" de imágenes logró crear el primer consenso fuerte de la democracia, apuntalado por intenciones políticas expresas: la a esta altura zarandeada "teoría de los dos demonios". Dos bandos en una guerra fratricida y una sociedad inocente que (no) había visto lo que sucedía a pocos metros de su casa. La contracara de esta "teoría" exculpatoria de la sociedad es el pedido de rendición de cuentas que progresivamente fue apareciendo en los trabajos críticos sobre aquella década. De inocente la sociedad pasó a ser cómplice, cuando en verdad fue víctima, el objetivo de los proyectos de reorganización que habían emprendido los militares. Los medios allí funcionaron como un instrumento pedagógico.
Si se recorren las páginas de los diarios de los años 1976, 1977, los operativos militares, las muertes en "enfrentamientos", pero también algún que otro cadáver que aparecía por la playa aleccionaban sobre lo que estaba ocurriendo. Los lectores leían y creían. Un pacto de creencia, un contrato de lectura. Contra él apuntó su inteligencia Rodolfo Walsh, porque sabía que para que el terror se instaurase los individuos debían estar aislados y desinformados... o sobreinformados, otra manera de escamotear la información. La noticia en sí misma puede ser inocua, lo importante no es que el lector no lea, lo importante es que lea, pero no enjuicie, que no sea capaz de discriminar en lo que lee un sentido que le afecte.
Bertolt Brecht elaboró una imagen de este nuevo ciudadano: lo único que debe importarle es contar papas, saber si llega a fin de mes o qué nuevo electrodoméstico puede comprar. Su vida privada se convierte en el centro de sus preocupaciones y sus alegrías. El no desaparece, pero sin embargo le dicen que "primero eliminaremos a los subversivos; después a los cómplices; luego a sus simpatizantes; por último a los indiferentes y a los tibios", una frase atribuible a algún personaje de Brecht, que pertenece al ex general Ibérico Saint-Jean. Esta frase es complementaria con el slogan de la dictadura: "por algo se lo llevaron".
Para que este tipo de frases se naturalizara (en los discursos de los militares encontramos miles: "No importan las vidas que cueste pacificar el país", sostuvo el ex general Videla a fines de 1975; o el ex almirante Guzzetti: "Mi concepto de subversión se refiere a las organizaciones de signo izquierdista. La subversión o el terrorismo de derecha no es tal") fue necesario que previamente se creara una atmósfera de terror. Los "ajusticiamientos", el "cinco por uno", las prácticas asesinas de la Triple A, las listas negras, la hiperinflación y el cotidiano bombardeo informativo de estos sucesos son los elementos con los que se creó esa atmósfera.
Un individuo aislado que rompió muchas de las formas de comunicación con los otros, que sospecha de todos ("¿Usted sabe qué está haciendo su hijo ahora?") y que no puede compartir ni sus sospechas ni sus miedos termina siendo un individuo indiferente por la suerte de cualquiera que no sea él mismo. Devolverle a la comunicación social su dimensión política implica, entre otras cosas, reconstruir este lazo primario que tanto esfuerzo se hace por cortar.
Orlando Barone
Estamos prontos a tener la primera ley de Medios Audiovisuales desde la vuelta a la democracia. Una norma aún perfectible, que es muchísimo mejor que la actual ley de la dictadura, que inicia un proceso regulador tendiente a desmonopolizar y garantizar la pluralidad de voces, y que de ninguna manera puede ser considerada una “ley K”. Por el contrario, expresa los 21 puntos de la Coalición por una Radiodifusión Democrática y muchos otros aportes, y es el triunfo del arco social y progresista que logró modificar sustancialmente el proyecto original del PEN. El saludo de 30 universidades públicas del país lo demuestra. Lamentablemente, la reacción de los grupos mediáticos provocó confusión: los 25 legisladores denominados de “centroizquierda” fueron achacados de filo-K, cuasi-K, neo-K o directamente K. La campaña desinformante fue tal que los argentinos no hemos podido festejar el postergado anhelo de una ley que cumple con nuestros sueños democráticos.
Tu aroma siembra pasado
Con la exclusión de las telefónicas del proyecto de ley de servicios audiovisuales se van cayendo los argumentos opositores de que “se trata de cambiar un monopolio por otro” o que la ley es el resultado de la pelea del Gobierno con el oligopolio de Clarín. Una jugada tan fuerte como la de mantener a las empresas telefónicas al margen del negocio de la televisión por cable, demuestra el papel decisivo que el Gobierno le asigna a este debate. Para el oficialismo la aprobación de esta ley se ha convertido en un tema crucial, por eso todo lo susceptible de ser cambiado sin modificar el espíritu del proyecto está puesto sobre la mesa de negociación para lograr la media sanción en la Cámara de Diputados.
Me dió asco, impotencia, bronca, ver como transmitían en cadena los medios de "comunicación" (canal 26, América, C5N, Crónica, TN), hoy favorecidos por la ley de la dictadura, la reunión desde el Senado de estos tipos que se niegan a debatir el anteproyecto de la nueva ley de medios audiovisuales. Claro que estos mismos medios no transmitieron ni el Martes, ni ayer, ni hoy la audiencia que se lleva a cabo en el Congreso con distintos sectores, comunidades, cooperativas, empresarios, actores, cineastas, entre otros, donde exponen sus pensamientos sobre la nueva ley. Algún día la historia juzgará a estos tipos que se empeñan en defender intereses empresariales, corporativos, dictatoriales, foráneos y PERSONALES por sobre los intereses del conjunto del pueblo de la nación. La historia los recordará, sin duda, como aquellos que defendieron a los monopolios y oligopolios e hicieron perdurar en el tiempo la doctrina impuesta por Jorge Rafael Videla, Albano Haguindeguy y José Alfredo Martinez de Hoz, cercenando el derecho humano de acceso a la información con pluralidad. Salga o no la nueva ley DEMOCRÁTICA de radiodifusión será bueno recordar a estos tipos y sus funciones antipopulares que llevan a cabo sin ponerse colorados, por siempre. No me olvido de los periodistas, tampoco, como Ernesto Tenembaum, Marcelo Zlotogwiazda, Joaquín Morales Solá, Marcelo Longobardi, Guillermo Lobo, Nelson Castro, María Laura Santillán, Fernando Carnota, Santo Biasatti, Lorena Maciel, Edgardo Alfano, Marcelo Bonelli, Gustavo Silvestre, Julio Blanck, Eduardo Van der Kooy, Alfredo Leuco, Luis Majul, Mariano Grondona, Jorge Asís, Clara Mariño, Eduardo Serenellini, Mónica Gutierrez, Reynaldo Sietecase, Maximiliano Montenegro, Gerardo Rozín, Mariano Yesse, Carlos Burgueño, entre tantos que sólo repiten lo que los dueños de las empresas oligopólicas en que trabajan y OPERAN, les ordenan.
Mario Wainfeld Las audiencias públicas en el Congreso se siguen desarrollando. Los partidos opositores que quieren el rechazo de la ley pusieron el grito en el cielo con variados argumentos. Uno de ellos, repetido por varios medios de primer nivel, suena naïf pero es avieso: las audiencias no son públicas porque se realizan en un ámbito con "apenas" 250 butacas. Niegan un hecho patente, enseñado incluso en las universidades privadas en las que algunos de esos medios forman a su semillero: el ágora actual transcurre, básicamente, en los medios de difusión. La abrumadora mayoría de las personas del común, aun aquellas interesadas, no disponen de tiempo para leer el Boletín Oficial, asistir a las sesiones parlamentarias o concurrir a las unidades básicas, a los comités radicales o a cómo-quiera-que-se-llamen los locales de tantos partidos de la nueva horneada. Se informan a través de la radio, la tele, los diarios, los blogs si son sofisticados.
Mirad los lirios del campo: Luis Bonetto es licenciado en Comunicación Social y titular de una PYME (más ME que PE) productora de televisión, comunicación y organización de eventos. Entre sus emprendimientos hay un canal de cable, Sembrando Satelital, dedicado a temas agropecuarios. El centro de su actividad está en Córdoba. Con la consabida tonada, Bonetto habló anteayer en la audiencia pública. Formuló propuestas en orden a democratizar el espacio audiovisual y federalizarlo. Y dio cuenta de la situación que atraviesa su canal, cuya inmensa mayoría de auspicios publicitarios proviene de fábricas de maquinaria agrícola y proveedores de insumos para la actividad agropecuaria. Explicó que se difunde en 640 cables de Argentina y países limítrofes. Pero lo que se puede, por caso, en Asunción de Paraguay, Buenos Aires o Villa María no se consigue en Córdoba capital. La razón es que allí domina el espectro del Grupo Clarín, que domina el Canal 9 y DirectTV. Estas empresas se niegan a "subir" Sembrando Satelital, que sería competencia del Canal Rural, que depende del Grupo. Bonetto lo expresó con modos delicados, que se transcriben: "Sembrando tuvo una larga vigilia por las grandes cadenas de cableoperadores, para poder participar en la grilla de Multicanal, Cablevisión, DirecTV, Supercanal, principales operadores de televisión por abonado en el país. Luego de 4 años seguimos esperando y ya con pocas expectativas de concretarlo".
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Venite p'al centro: Un dirigente socialista santafesino de primer nivel explica otra faceta del federalismo comunicativo, en su versión vigente. Santa Fe, cuenta, tiene 1000 kilómetros de una punta a otra de la bota, digamos desde la ciudad de Rufino en el sur hasta Florencia en el norte. Ningún medio oral, televisado o escrito la cubre en su totalidad. Da como ejemplo los históricos diarios de la provincia. "La Capital, de Rosario, venderá cien diarios en la ciudad de Santa Fe. El Litoral (de la capital provincial), acaso menos en Rosario. La influencia es proporcional." ¿Qué hace un político santafesino, se pregunta el interlocutor de este diario, cuando quiere propalar información para toda su provincia? La respuesta viene de cajón: tiene que hacerse ver u oír por los medios nacionales. Venir al pie, diría el cronista, tan truquero en sus imágenes.
Este fenómeno tiene otra faceta que cualquier provinciano deplora. Durante todas sus mañanas los pobladores de Charata, Curuzú Cuatiá o en Neuquén, sin mayor interés ni provecho están sobreinformados acerca de las vicisitudes del clima o el tránsito en el área metropolitana. Su menú de noticias privilegia (sí o sí) los embotellamientos de la autopista Illia, que algunos jamás transitarán. O en la General Paz, donde tantas cosas terminan...
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Tercer sector: Otro tópico instalado por la cadena oficial de medios privados es que las entidades sin fines de lucro a las que se reconoce un tercio del espectro audiovisual serán subsidio-dependientes y por ende vasallas del poder político. Otra versión charra que subestima el potencial de la sociedad civil, su historia, sus posibilidades. En épocas bien diferentes, incluida la dictadura, numerosas organizaciones no gubernamentales produjeron milagros de convocatoria, construcción de poder social, de agenda y de poder estando extrañados o muy raleados de la posibilidad de manejar medios: los organismos de derechos humanos, Memoria Activa, los asambleístas de Gualeguaychú, la ya aludida CTA, sindicatos, radios comunitarias. Jamás resignaron sus objetivos primordiales, en torno de los cuales articularon su relación mejor o peor con los sucesivos gobiernos. Si tienen más herramientas no "se darán vuelta", antes bien crecerán.
Suponer que una sociedad civil aguerrida como la argentina se domestica tan fácil es conocerla poco y menoscabarla.
Pero, además, estos grupos solidarios no capitalistas no tendrán por qué depender exclusiva o principalmente del favor estatal. Pueden autofinanciarse, requerir créditos. Las capacidades del voluntariado son muy diferentes a la de las empresas capitalistas, podrán quedar rezagadas en algunos aspectos, pero en otros capacitan para superarlas.
La "denuncia" preventiva es interesada, pues tutela el statu quo con un argumento pseudorrepublicano. Quizá también incida un error de apreciación: los costos de emisoras alternativas son muy distintos de los de los medios comerciales, por razones tan lógicas como ineludibles. Vaya uno a saber cuántas radios podrán sostenerse meses con el presupuesto de un mes del soberbio producto cultural que es el programa de Marcelo Tinelli. En todo caso, de ellos dependerá.
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Abrir el juego: El debate cobró vuelo y hondura. Los grandes núcleos positivos del proyecto son su sesgo antimonopólico y la ampliación del espectro de emisores. Ese es el bastión que debería priorizar el oficialismo, abriendo oreja y espacio a quienes cuestionan con espíritu constructivo y democrático otros aspectos. En el bloque de Diputados del Frente para la Victoria (FPV) se ilusionan con poder llegar el miércoles próximo a una mayoría holgada, con bastante más de veinte votos de luz. Para conseguir ese objetivo estimable deberán mejorar su propuesta al menos en dos aspectos. El primero es la integración de la autoridad de aplicación, recusada por la preeminencia del oficialismo. La oferta podría ser agregar un integrante, proveniente del Consejo Federal instituido en el proyecto.
El segundo es la participación de las telefónicas. Se lo sospecha de abrir las puertas a un nuevo oligopolio o, aun, de ser un negocio del kirchnerismo. La alternativa sería ahí diferir su entrada al mercado, de modo de ir garantizando un escenario de competencia. Dos años podrían ser un plazo suficiente, piensan los referentes del FPV, máxime porque vendrían a coincidir con el final del mandato presidencial.
Con estos aportes o con otros que podría guardar bajo el poncho, en Diputados el porotómetro pinta auspicioso para el oficialismo. En Senadores la cuenta es más estrecha y ardua de predecir. Un margen holgado en Diputados dificultaría deserciones dentro del oficialismo en la Cámara alta.
Las predicciones son arriesgadas, con tantos días y tanto lobby que faltan, pero el punto de partida de todo escenario debe ser el empate producido cuando se trataron las retenciones móviles. El oficialismo perderá senadores que lo acompañaron antaño, pero ganará algunos también. No es sencilla la profecía, el conteo será para alquilar balcones.
Hay quien augura que Julio Cobos meterá baza sin votar, remitiendo el texto aprobado en Diputados a innumerables comisiones, que lo tratarían escalonadamente, lo que dilataría la llegada al recinto para después del 10 de diciembre. El reglamento del Senado, empero, no autoriza ese procedimiento dilatorio. Pero para que esa discusión cobre cuerpo falta cuanto menos una semana a todo trapo.
El 9 de junio pasado, tuvo lugar en la Sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini” la conferencia “La integración latinoamericana en el marco de la crisis internacional”, con la participación del dirigente cooperativista Carlos Heller y del Canciller argentino, Jorge Taiana.